El 90% de la energía humana depende del compromiso, no del cumplimiento.

Las empresas enfocadas en mejorar los objetivos de las personas y los departamentos, desarrollan culturas “naranjas” con tensiones competitivas y ambientes de trabajo tóxicos.

Las que trabajan para mejorar el sistema en su conjunto, desarrollan culturas más planas con relaciones igualitarias. Resultan menos eficientes y crean ambientes sociales de buenrollismo, pero con resultados pobres.

Lo curioso es que ambas teorías tienen sentido, y sin embargo ninguna funciona.

La primera se basa en la teoría de equilibrio general de Gerard Debreu, premio nobel de economía de 1983: “Si tienes agentes autointeresados con información privada sobre su tipo, su esfuerzo y su entorno, la única forma de incentivarlos es mediante KPIs. Mediante compensaciones relativas a sus objetivos sectoriales“.

La segunda se basa en la teoría de la agencia de Jean Tirole, premio Nobel de economía de 2014 y afirma lo contrario: “Tienes que optimizar el sistema. No uses KPIs porque la optimización de los subsistemas, desoptimiza el sistema“.

Este dilema, según explica Fred Kofman en su conferencia magistral del CIEE 2018(1), no tiene solución y no se puede resolver en el ámbito en el que se analiza: en el del cumplimiento de objetivos; sin embargo se puede gestionar en el ámbito del compromiso de las personas. Si te interesa el tema, no te puedes perder la conferencia completa: Fred Kofman, Conferencia Magistral CIIE 2018, de la que estos 3 minutos son un sabroso aperitivo:

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