Hay titulares que se pasan de frenada, como el del libro del mismísimo Jeff Sutherland: “Scrum: el arte de hacer el doble de trabajo en la mitad de tiempo“.
Llamativo y tentador, porque ¿Quién no desea cuadruplicar la productividad?
¿Por qué vender una idea equivocada de la agilidad?
¿Para vender más libros?
Es verdad que los equipos ágiles alcanzan niveles altos de productividad, calidad y creatividad, pero esta no es la finalidad de la agilidad, sino la consecuencia. La finalidad es crear ambientes de trabajo en los que las personas trabajen motivadas y comprometidas.
La agilidad es para los que quieren equipos que disfruten construyendo productos increíbles o brindando servicios de primera. Personas que encuentran plenitud en su trabajo, no sólo un cheque a fin de mes.
Querer las consecuencias de la agilidad —hacer el doble en la mitad de tiempo— sin un interés real en el desarrollo y plenitud de las personas acaba rompiendo la magia: la motivación y el compromiso. Es como querer una pareja para obtener su dinero, sus cuidados o sus favores.