-¡Vaya! ¿Conque te han castigado?
Las aventuras de Tom Sawyer
Tom no se dignó a contestar. Seguía pintando entusiasmado, separándose de vez en cuando de la valla y observándola con mirada de artista.
Ben, que tenía en la mano una manzana muy apetitosa, se quedó con la boca abierta, pues no acertaba a comprender nada.
-Oye, Tom, me voy a nadar, ¿no quieres venir? ¿O es que tienes que trabajar?
-¡Hola, Ben! Estaba tan entusiasmado pintando la valla que ni siquiera te había visto.
-¡No dirás que prefieres trabajar a ir a nadar!
-Depende de lo que tú llames trabajo. A mi me encanta pintar la valla.Mark Twain.
Es posible que en otros sectores sea difícil contar con personas motivadas, pero con programadores es, debería ser extraño. Las empresas de software que se preguntan “Cómo motivar a los programadores” tienen un problema de cultura organizativa.
¿Por qué es divertido programar? ¿Qué beneficios esperan obtener los programadores?
Segundo, por el placer de hacer cosas que puedan resultar útiles a otras personas. En realidad lo que persiguen es que otros usen su trabajo y lo encuentren útil.
Tercero, por la fascinación de ver trabajar sistemas complejos, que asemejan rompecabezas en los que se integran diferentes piezas y partes móviles, que interactúan entre sí para llevar a cabo las funciones que inicialmente se han previsto.
Cuarto, por el placer de estar siempre aprendiendo al trabajar cada vez en proyectos de características diferentes.
Y por último, por el placer de construir con un material tan maleable y tan etéreo. El trabajo del programador, como el del poeta, se construye de forma sutil desde la materia pura de su pensamiento. Puede construir castillos en el aire, sólo con el esfuerzo de su imaginación. Pocos medios de creación son tan flexibles, tan limpios y fáciles de remodelar, para desarrollar complejas estructuras conceptuales.
Frederick P. Brooks. The Mythical Man-Month
Sourceforge.net: Un millón(1) de programadores trabajando en más de cien mil proyectos, con la única motivación de realizar el trabajo.
¿Cuál es la cuestión? ¿Como motivar a los programadores? o ¿Cómo no desmotivarlos?.
Cada día un anciano recibía insultos y burlas de los niños del vecindario. Un día, recurrió a una treta, ofreciéndoles un dólar si volvían al día siguiente para repetir los insultos. Los niños acudieron, le hicieron rabiar y a cambio se ganaron su dinero.
El anciano les prometió de nuevo. “Si volvéis mañana, os daré cincuenta centavos”. Y acudieron otra vez y, tras insultarle, recibieron su paga. El anciano les animó para que le siguieran haciendo enfadar al día siguiente, aunque esta vez a cambio de 20 centavos.
Los niños se indignaron: no iban a insultarle por tan poco dinero.
Desde entonces el anciano vivió tranquilo.
No se ha publicado en ninguna parte del mundo estudio alguno que haya demostrado un aumento duradero del rendimiento por medio de sistemas de incentivos
Alfie Kohn. Punished by Rewards
Quienes trabajan en “¿Como motivar?” y no en “cómo no desmotivar”, suelen vincular premios o retribuciones extra a los resultados.
¿Los incentivos aumentan la motivación… o la destruyen?.
La cultura de la organización, el estilo y las torpezas de gestión pueden ser importantes fuentes de desmotivación.
Trate a las personas como cosas o como animales. Pero antes de que nos precipitemos en nuestro juicio y pensemos que sólo monstruos stalinianos o hitlerianos son capaces de una cosa así, veamos primero en qué consiste eso.
Empecemos por darnos cuenta de que “tratar mal” a las cosas o a los animales no es, en general, lo que suele hacer el ser humano. Bien al contrario es mucho más frecuente que las trate incluso mejor de lo que sería lógico esperar. Fijémonos, por ejemplo, cómo trata normalmente la gente a un coche de la gama alta, o a un traje, o a un animal de una cierta entidad como un caballo o un perro de raza…
… Tratar a un ser humano como una “cosa”, entonces consiste en cuidarle para que dure, no ocuparse en absoluto de lo que piensa y darle la cantidad de dinero que “el mercado” dice que hay que darle. Esto es “mantenimiento”. No hacerlo es “dejadez o caradura”…
…Pero si de lo que se trata es de trabajar con animales, uno suele tener en cuenta (a menos de que sea muy lerdo) que una cierta relación hay que establecer, que hay cosas que quieren y que hay cosas que no quieren, y que se puede tratar de condicionarles para obtener los resultados que se desean…
… Para un animal, un azucarillo hoy puede ser únicamente una golosina, y mañana pasar a ser el desencadenante de un determinado movimiento. Los animales no tienen “opinión” y por tanto no hay ninguna necesidad de escucharla ni de tenerla en cuenta….
…Ignorar las opiniones de las personas, sus puntos de vista, sus soluciones a problemas reales, es tratarles como animales. Y usted destroza la organización, porque ellos lo notan. Si se resisten, usted siempre puede argumentar que “les falta información”, o les falta “visión de conjunto”… le hará sentirse maravilloso a usted mismo, porque usted sí tiene información, visión de conjunto, y sabe de técnicas empresariales…
…Pero es tratarles como a animales, porque las personas tienen otras cosas que aportar además del esfuerzo físico (la “mano de obra”) y/o mental elemental. De hecho, y para ser precisos, es tratarlos como si en lugar de pertenecer a la especie Homo sapiens pertenecieran a la Homo faber, un antepasado del hombre actual sólo útil para trabajos manuales o de segundo orden.
Josep M. Rosanas Martí. Cómo destrozar la propia empresa y creerse maravilloso
Usted ha escuchado mucho acerca de la escasez de talento. Lo que debe recordar es que, para los lugares de trabajo atractivos, no hay escasez de talento. Las compañías que carecen de talento, ¡probablemente se lo merecen! Cualquier persona que sea lo suficientemente inteligente como para trabajar en una compañía de alta tecnología, debe también ser tan listo como para no estar en un lugar de trabajo tóxico. Y si trabaja en uno, tan pronto como pueda se irá.
Alan M. Webber. Danger: Toxic Company
…Luego me ocurrió lo mismo cuando, como director de seminarios, tuve que enfrentarme constantemente a la pregunta de los directivos: “Qué debo hacer para motivar a mi gente?”.
Me contenía para no contestarles con otra pregunta: “¿Qué es lo que ha hecho usted para des-motivarla?”.
Pronto comprobé que quienes no dejaban de preguntar por nuevas fórmulas de motivación eran sobre todo los malos directivos: los que ni querían dirigir ni eran capaces de ello.
Reinhard K. Sprenger. El Mito de la Motivación.